martes, 30 de septiembre de 2008

El fracaso de las políticas económicas intervencionistas


Nuevamente sale toda clase de charlatanes a decir que la crisis financiera de EU es producto de las “fallas inherentes a los mercados libres.” No, nuevamente no hagamos caso a estos creadores de paralogismos. La causa de la crisis financiera en EU es resultado del fracaso de las políticas económicas intervencionistas. Me explico.

A raíz de la crisis bursátil de 1929, el keynesianismo se impuso como escuela de pensamiento económico en el mundo. Durante los años en que la teoría keynesiana dominó a la política económica ejercida por los gobiernos, la intervención y la regulación gubernamental aumentaron considerablemente. Las consecuencias no se hicieron esperar, y el resultado final de instrumentar políticas fiscales y monetarias expansivas, fue el recrudecimiento de la inflación y el estancamiento económico.

A principios de los años ochentas, el desempleo y la inflación en naciones desarrolladas como EU y Gran Bretaña empezaban a molestar de sobremanera a los ciudadanos de esos países, lo que se tradujo en derrotas electorales contundentes de los partidos de izquierda que apoyaban fuertemente el estatismo keynesiano. En el resto del mundo democrático, las cosas fueron similares.

En respuesta a las fallidas políticas keynesianas, cobraron fuerza las teorías monetaristas y la llamada economía de la oferta (suply side economics), que hacían énfasis en un más estricto control monetario que redujera las presiones inflacionarias, así como en la reducción de los impuestos y en general en la reducción del tamaño del gobierno para dinamizar nuevamente a la economía.

Con el paso del tiempo y ante las numerosas debilidades de la teoría keynesiana pura, surgen entonces los nuevos keynesianos (neokeynesianos). Están encabezados por economistas como Gregory Mankiw, Oliver Blanchard, Larry Summers (exsecretario del Tesoro de Bush Jr. y que al parecer renunció por el keynesianismo exacerbado de su entonces jefe), George Akerlof y por supuesto no podemos olvidar al actual Presidente del Banco Central norteamericano (FED), Ben Bernanke. Estos economistas neokeynesianos están convencidos de que es necesaria la intervención en los mercados por medio de activas políticas fiscales y monetarias.

Por su parte, la teoría económica neoclásica evolucionó hacia la llamada escuela de las expectativas racionales, cuyo énfasis principal es que la intervención en los mercados por medio de las políticas monetarias y fiscales activas no sólo no funciona, sino que puede empeorar las cosas. Los ponentes principales de este pensamiento son Robert Lucas, Robert Barro, Edward Prescott, Thomas Sargent, Martin Feldstein, Robert Hall, Neil Wallace y John Taylor.

¿Por qué hago esta reflexión de las escuelas de pensamiento económico? Por que el desastre financiero que vive EU es producto de las políticas neokeynesianas intervencionistas. Sí, desde que Bush Jr. tomó el poder, el neokeynesianismo ha dominado entre los asesores económicos del Presidente. Prueba de ellos son las cabezas de la Reserva Federal, Bernanke, y del departamento del Tesoro, Paulson.

La historia económica muestra que la intervención activa de los gobiernos vía políticas monetarias y fiscales activas acaba cuando no en mayor inflación, en un desastre financiero. El énfasis estocástico de la escuela de las expectativas racionales finalmente da la razón a la viejísima escuela austriaca cuyos ponentes principales encontramos en Friedrich Von Hayek y Ludwig Von Mises. Sí, en la toma de decisiones en la economía el pasado cuenta poco y en cambio son los valores esperados de las variables lo que contabilizan los agentes en sus decisiones de ahorro, consumo e inversión.

La sabiduría de la escuela austriaca se demostró desde que Hayek pronóstico (sin hacer uso de la “magia econométrica”) la gran depresión de 1929. Años antes de la caída de la bolsa, Heyek había observado cómo la manipulación monetaria hecha por el sistema bancario y los bancos centrales se traducía en precios mentirosos para inversionistas y consumidores.

Ésta teoría se centra en que las tasas de interés son una señal esencial para la toma de decisiones de consumo e inversión a lo largo del tiempo. Si el volumen de ahorro aumenta, entonces la tasa de interés baja, lo que incentiva a los agentes económicos a asignar mayores recursos a la producción de bienes de capital, bajando su gasto en bienes de consumo. A la inversa, si baja el volumen de ahorro, la tasa de interés subirá y se asignarán menos recursos a la producción de bienes de capital y más a la de bienes de consumo. Ahora bien, esto funciona sin alteraciones en la estructura productiva de la economía hasta que las tasas de interés ya no reflejan la escasez de crédito, lo que violenta la asignación de recursos de una etapa a otra de la estructura de la producción.

¿La razón? El diseño del sistema bancario que se soporta en un monopólico banco central. Cuando el sistema bancario funciona bien, habrá un equilibrio natural de ahorro e inversión. Así, no habría ahorros que no hallaran inversión ni inversiones que excedieran al ahorro. Tal equilibrio podría producirse si no se interpusiera la función monetaria.

Si la oferta de dinero fuera rígida, los ahorros serían la única fuente de donde podrían hacerse inversiones y el mero propósito de obtener ganancias máximas haría que los bancos procuraran que todo ahorro encontrara su objetivo de inversión. Cuando la oferta monetaria no es rígida (elástica) entonces puede aumentarse la inversión sin que aumente el ahorro ó disminuirse aunque no cambie este último. Si las tasas de interés se mantienen por debajo de la de equilibrio, entonces se provoca una mayor expansión de los créditos y la inversión excede al ahorro. El proceso continuará mientras las tasas de interés sigan a la “baja.” De la misma manera, si la tasa de interés es superior a la tasa de equilibrio, entonces el ahorro excede a la inversión. El proceso igualmente continúa mientras las tasas de interés son “altas.”

El problema esencial es que los bancos pueden “crear” dinero, pues prestan más recursos para inversión que los depósitos de sus ahorradores. La razón se sustenta en la relación de los bancos comerciales con el banco central. Peor aún, si ya de por sí los bancos comerciales conceden créditos por encima de sus depósitos, una política monetaria expansiva instrumentada por el banco central, agudiza aún más la expansión irresponsable del crédito, lo que intensifica de sobremanera las inversiones tanto en la industria de la construcción como en general en la industria de bienes de capital.

Este ritmo se revienta, cuando presionado por presiones inflacionarias, el banco central comienza a contraer la oferta monetaria, lo que provoca que los bancos también contraigan su crédito, dejando sin liquidez a los empresarios de la construcción y de bienes de capital en general. Este ha sido el ritmo dominante en los ciclos económicos por los que a atravesado EU en las últimas décadas.

Sin embargo, la intensificación de las recesiones ocurre cuando la política monetaria se vuelve súper laxa, pues entonces no sólo los bancos comerciales exceden sus prestamos, como ya mencionamos, a sus depósitos, sino que peor aún, la ilusión de liquidez sin límite les hace asignar recursos a deudores con dudosa capacidad de pago. No sólo los bancos caen en este juego, sino también los las agencias inmobiliarias (que fue en donde comenzó a gestarse la actual crisis financiera de EU), bancos y fondos de inversión (peor aún, cuando los créditos hipotecarios se bursatilizan y los fondos adquirieren carteras con problemas de pago). La pesadilla surge cuando los bancos centrales terminan con la liquidez ilusoria (mediante contracciones continuas de la oferta monetaria que presionan a la alza a las tasas de interés) y entonces quiebras, deudas y fraudes están a la orden del día.

La crisis inmobiliaria y financiera de EU tiene su raíz en el mandato perverso que rige a la FED. Dicho mandato es contradictorio, pues mientras obliga a la FED a mantener el poder adquisitivo del dólar, también incentiva a la indisciplina monetaria, pues coexiste el mandato de que la FED garantice el crecimiento económico. Obvio, los neokeynesianos se han impuesto, y esto se traduce en leyes irresponsables que fomentan políticas económicas intervencionistas.

Lo ideal sería que las personas pudiéramos tener la libertad de realizar nuestras transacciones con la moneda que escogiéramos libremente, lo que implicaría que los bancos funcionaran más bien como bancos de inversión responsables. Como esto es un sueño guajiro, un avance al menos sería corregir el mandato constitucional que rige a la FED. Lamentablemente, en vez de corregir, el pensamiento que predomina es el de intervenir más los mercados, de “corregir la borrachera” de Wall Street, de “regular” más a los mercados, de rescatar a más y más grupos financieros. Todas estas medidas no son más que un regreso al capitalismo de Estado, en donde estúpidamente se confunden las causas de la debacle financiera y por tanto la receta económica que se prescribe es la equivocada.

La solución no es mayor regulación y “fobaproas” gringos. Ello sólo llevará a la economía norteamericana a la estanflación, en donde el endeudamiento, el alza de impuestos, el desempleo y la inflación se vuelven el pan de cada día.

La solución es parar de una vez por todas el uso indiscriminado de las políticas fiscales y monetarias. La solución es acabar con las políticas económicas intervencionistas. El próximo Presidente estadounidense lograría más si se pusiera a corregir su déficit fiscal, y lo mejor, a reducir el tamaño del gobierno y los impuestos.

Por el momento no veo un panorama claro. El gobierno gringo ha optado por la salida fácil de inyectar liquidez y rescatar a instituciones con cargo al contribuyente. Ello sólo empeorará la crisis. La semana pasada la FED decidió dejar abierta la llave del crédito y ello causó más desconfianza. Sólo han podido respirar un poco las bolsas con la intervención de otros bancos centrales como el europeo y el japonés.

Ojalá no estemos en la antesala de un nuevo capitalismo de estado, en la antesala de la estanflación y el intervencionismo gubernamental.


lunes, 15 de septiembre de 2008

Uso y abuso del gasto público

El buen desempeño de un gobierno es vital para la convivencia pacífica entre los ciudadanos y el buen funcionamiento de los mercados. Ello por que un gobierno eficiente contribuye con buenas leyes e instituciones que respetan y hacen respetar los derechos de propiedad entre los millones de seres humanos que intercambian bienes, servicios e ideas en los mercados (lo que nos incluye a usted y a mi, amigo lector).

El problema surge cuando los gobiernos quieren rebasar su misión principal: el respeto a la vida, a la libertad y a la propiedad de los gobernados.

La violación a los derechos naturales del ser humano surge principalmente con los abusos al gasto público. Sí, en la mala y arbitraria asignación de los recursos escasos del contribuyente es como empieza el infierno.

En un pasaje bíblico, cuando los israelitas le piden a Dios que les permita tener un líder gobernante no divino, éste les contesta que podrán hacerlo, pero que en el futuro, dicho líder les pedirá, les exigirá diversos pagos, fruto del trabajo diario de los gobernados.

Lamentablemente, este pasaje bíblico se adelantó a lo que hoy predomina en las distintas sociedades que componen al planeta: gobiernos redistribuyendo, derrochando los recursos de los contribuyentes para, dizque acabar con la pobreza, proteger industrias de la competencia, rescatar bancos e instituciones financieras, mal proveer de salud, educación, cultura y deporte a los gobernados, mantener monopolios y burocracias ineficientes y obesas, pagar a maestros que no trabajan, crear conflictos bélicos sin razón de ser y en general defender toda clase de causas “justas” de acuerdo al juicio del gobernante en turno.

Sí, esa es la tragedia que vivimos los contribuyentes cautivos que con total impotencia vemos como todo el aparato estatal es usado para dar y repartir a capricho del gobernante los impuestos cobrados a los contribuyentes.

Esta reflexión la hago a propósito del presupuesto que ejercerá el año próximo el gobierno mexicano. Nuevamente veo a un Presidente, autoridades hacendarias y a miembros del Congreso mexicano, presumiendo de los “montos récord” que gastarán en tal ó cual rubro, desde anuncios chocantes en radio y televisión hasta declaraciones formales en entrevistas.

Creo que no aprendemos, no basta con mantener el equilibrio de las finanzas públicas como tanto se pregona en la Secretaría de Hacienda. El equilibrio presupuestal se puede mantener arbitrariamente subiendo impuestos cada vez más y fijando precios esperados del barril de petróleo arbitrariamente altos.

No, finanzas públicas equilibradas con impuestos altos y gasto corriente creciente sólo lleva a una menor creación de riqueza y ello redunda en un menor bienestar de los mexicanos.

No me cansaré de repetirlo, el gasto público no debe ser usado para estimular artificialmente la demanda agregada (por lo menos eso he entendido de las palabras del Secretario de Hacienda). El concepto de política fiscal contracíclica es una patraña keynesiana. La construcción de infraestructura sólo es una pequeña contribución de un gobierno para facilitar el intercambio económico y además dicha misión debe ser con estricto apego a criterios costo beneficio (no sirve de nada construir un puente que no atraviesa ningún río, un hospital sin médicos y medicinas ó una autopista en donde sólo circulen cinco carros).
Como bien apunta el economista Manuel Sánchez Gonzáles (ojalá alguien le regale su libro economía mexicana para desencantados al Presidente Calderón), cuando el gasto público rebasa la tarea esencial de proteger los derechos de propiedad de los gobernados, entonces se frena el desarrollo económico.

La razón es por que a un mayor gasto, corresponde un mayor endeudamiento que encarece las tasas de interés, desplazando al gasto privado, lo que se traduce en un menor esfuerzo laboral, un menor ahorro y una menor inversión en la economía.

Ojo, aunque al día de hoy existe equilibrio anual en finanzas públicas, la deuda interna supera ya los dos billones de pesos, una cantidad considerablemente mayor al endeudamiento externo. Por lo pronto, y dada la caída en la plataforma de producción petrolera, el gobierno incrementará el IETU (impuesto empresarial a tasa única) un punto porcentual, es decir, más impuestos para el próximo año para poder sostener a los programas populistas del Presidente Calderón.

Por otro lado, ya algunos congresistas panistas han amenazado que si no hay reforma petrolera, entonces inexorablemente subirán los impuestos. ¿Por qué mejor no dicen que si no hay reforma petrolera, el tamaño del gobierno deberá reducirse en un 50%? Impensable.

Si el gobierno y el Congreso continúan presumiendo que el gasto público creciente es la solución a nuestros problemas, entonces no me queda la menor duda, y en esto soy más pesimista que algunos de mis colegas liberales, para cuando termine el sexenio de Calderón el gasto público representará el 30% del PIB y con este ritmo, si las próximas elecciones se las lleva el PRI, tampoco me queda duda, el gasto público se encaminará hacia la proporción de la mitad del producto.

Mientras más gaste el gobierno en proporción al producto, el endeudamiento y los impuestos futuros serán la regla para los ciudadanos. Hay numerosa evidencia estadística, a mayor gasto público menor crecimiento económico. Que de una vez lo entiendan Calderón y sus subordinados.

Es necesario perfeccionar la Ley de Responsabilidad Hacendaria. No basta sólo con obligar a que el gobierno no incurra en déficit fiscal. Hay que obligar a los gobiernos a pagar totalmente la deuda que contraigan en su periodo de gestión. Hay que ponerle límites al porcentaje del gasto público como proporción del PIB. Ya antes economistas liberales como Milton Friedman sugerían que el tamaño del gasto no debería superar el 10% del PIB. Me uno a esta exigencia.

La amenaza silenciosa

Hablando de abusos y amenazas a los gobernados, ahí está el gorilón rojo, Hugo Chávez, otra vez con sus estridencias, queriendo sacar provecho del conflicto civil de Bolivia. Por lo pronto, al más puro estilo de Hitler y Stalin, ha comenzado una purga al interior de sus fuerzas armadas. Se trata de eliminar a los enemigos que le estorbarían en la aplicación de sus nuevas 26 medidas diseñadas para atacar los derechos a la libertad y a la propiedad de los venezolanos. Ojo con el gorila, pues se está armando silenciosamente al amparo de naciones como Rusia e Irán. El próximo presidente de EU no podrá ignorar a la amenaza silenciosa. Ojalá la caída del precio del petróleo detenga al gorilón. Por lo menos es una esperanza.