lunes, 20 de octubre de 2008

Jugando con fuego

Un periodista de radio se preguntaba azorado cómo era posible que de repente en el Congreso mexicano se acabaran-por lo menos en esa sesión- las mezquindades, los intereses de grupo, y actuaran los legisladores aprobando un presupuesto de manera unánime, sin enfrentamiento alguno. Y lo más sorprendente-proseguía el periodista-al final acabaran casi casi de la mano entonando el himno nacional.

La respuesta no es compleja. No, no se trata de que de repente a nuestros congresistas se les haya metido un espíritu de patriotismo, de hacer su chamba de verdad, de ahora sí desquitar sus generosos salarios y dietas. La razón es más simple y menos afortunada.

El Presidente Calderón ya comenzó a actuar irresponsablemente, a jugar con fuego en materia fiscal, y con sus “maquillajes contables,” automáticamente el próximo año (por primera vez en varios) habrá déficit presupuestario de 1.8%. Claro, eso fascina a nuestros desmemoriados e ignorantes congresistas, pues creen en el sofisma de que los aumentos constantes en el gasto público solucionan todos los problemas de México entre los cuáles están los de desarrollo económico y pobreza. De ahí el comportamiento patriotero, ridículo y populista de los congresistas, que incluso aumentaron el monto de gasto sugerido por Calderón. Claro, Calderón les puso “la pelota a modo” y los congresistas gastalones, pues muy felices de “salvar a la patria.” No aprendemos, ahí está la historia. La indisciplina fiscal ha costado muchísimo a los mexicanos. Sus consecuencias son funestas: endeudamiento, devaluaciones e inflaciones crónicas.

Calderón está jugando con fuego. Su apuesta en medio de la debacle financiera estadounidense es la de una estrategia totalmente keynesiana, que privilegia el uso creciente e intenso del gasto público-cayendo en déficit público- para dizque contrarrestar la caída mundial de los mercados. Ahí están ya las autoridades financieras ofreciendo múltiples créditos blandos mediante la banca de desarrollo, la Sociedad Hipotecaria Federal y Nacional Financiera. Ojo, por que estas estrategias terminan siempre en bancos estatales quebrados, eso sí, siempre con el aval del contribuyente que acaba rescatándolos (ahí está lo que fue Banrural, que fue rescatado hasta 5 veces, caso único en el mundo)

Francamente ya ni creo que el déficit fiscal será del monto que aprobó el Congreso. Con la modificación a la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, se ha sembrado la semilla de la indisciplina fiscal, así que con la caída en el precio del petróleo, bien podría ser mayor el boquete fiscal. Ojo, por que no somos EU, somos un país emergente y cualquier indisciplina fiscal hará aumentar el riesgo país (ya hoy está en 400 puntos base desde que estuvo por debajo de 100) por el sólo hecho de aumentar la exposición fiscal del gobierno al ser menores los ingresos petroleros.

Un estudio interesante de Deutsche Bank arroja resultados que las autoridades mexicanas deberían seguir de manera cercana, para, insisto, dejar de jugar con fuego. En el estudio, la institución bancaria estima qué precios (en dólares) por barril de petróleo requieren algunas economías emergentes para mantener balanceadas sus finanzas públicas. Por ejemplo, Nigeria puede balancear su presupuesto con un barril a 71 dólares, Irán con 58, Arabia Saudita con 62, Kuwait 48, Emiratos Árabes 51, Argelia 35, Venezuela e Irán requieren que el precio promedio del barril se ubique en 95 dólares, Arabia Saudita en 55 dólares y Rusia 70

México por su parte, con un presupuesto basado en un precio de 75 dólares, simplemente por la caída ya no podrá mantener balanceadas sus finanzas públicas. Además, con las secuelas de las crisis, la recaudación caerá de manera importante, lo que ahondaría el desequilibrio en finanzas públicas.

Detesto parecer agorero del desastre, pero la conducta gubernamental irresponsable en materia fiscal me impide no hacer estas reflexiones. Es cierto, podría ocurrir que la crisis toque fondo, que se empiecen a pagar los costos y el precio del barril no se desplome más allá de los 50 dólares (de hecho eso estima Deutsche Bank). Pero eso es jugar con probabilidades, y por tanto podría también resultar un peor escenario. La obligación de una autoridad hacendaria responsable es la de prevenir esto, pero con un Presidente keynesiano-populista, que está más atento a los costos políticos-de cara a las elecciones del 2009-ocasiona que juguemos con fuego y el incendio podría acabar con una debacle cambiaria, al estilo del pasado negro financiero de México.

Por lo pronto, la Comisión de Cambios no parece apagar la corrida cambiaria y sigue jugando con fuego, le sigue haciendo el juego a los arbitrajistas (y a los miedosos) al no permitir que funcione el mercado cambiario libremente. Afirmaba la semana pasada el gobernador del Banco de México, que para eso eran las reservas internacionales, para evitar situaciones como estas. Perdón, pero las reservas internacionales representan un alto costo para México; son una especie de “seguro costoso,” que lo mejor sería que fueran usadas para pagar liquidar totalmente la deuda externa. Claro, para ello se requeriría un fuerte superávit fiscal del gobierno. Con el déficit fiscal de Hacienda, ya no podrá tener los pesos suficientes para seguir liquidando deuda externa e interna. Las reservas no deben ser usadas para “defender al tipo de cambio.” Esto ya se ha intentado en 1976, 1982, 1987, 1994 y ahora en 2008. La experiencia muestra que esta estrategia no funciona y sólo genera más pánico. Esta es otra decisión del gobierno en la que está jugando con fuego.

La reforma petrolera
Tal vez esta semana tendremos más información sobre si hay ó no reforma petrolera. Por lo pronto, por lo que sabemos, parece que sólo se reforma la gestión de PEMEX, pero que se mantiene el esquema estatista, que no admite inversión privada. Si es así, craso error y es un ejemplo de cómo los políticos no están a la altura de los problemas de México. Es precisamente en las épocas de crisis, cuando es tiempo de las grandes reformas. Parece que no será así y que se impondrá el estatismo priísta-perredista, con la felicidad, claro, de López y sus secuaces. Qué tristeza.