domingo, 16 de agosto de 2009

Mayor igualdad, ¿Mayor prosperidad?

A menudo desigualdad y pobreza son conceptos económicos que se confunden, aún entre algunos economistas.

La pobreza es la restricción de elegir libremente bienes que provean bienestar mínimo (alimentos y vestido) y se debe a la carencia de un empleo productivo (debido a que la oferta de trabajo es mayor a la demanda y/o a la baja escolaridad) que permita generar un ingreso que haga que los individuos más pobres puedan alcanzar un consumo que vaya más allá del mínimo necesario para vivir (adquirir bienes como educación, salud y recreación).

La desigualdad, concepto que a menudo se confunde con la pobreza, es la brecha que hay entre el ingreso de los que más ganan respecto de los que menos. Para nada son lo mismo.

Contrario al pensamiento económico convencional, y hay abundante literatura económica al respecto, cuando un país es muy pobre, la desigualdad tiende a ser muy menor (casi todos igual de jodidos). Dicha tendencia a la igualdad comienza a cambiar (y a crecer con ello la desigualdad), cuando una nación comienza a crecer vía mayor inversión productiva que se traduce en mayor producción, empleos, ingresos y consumo (jamás al revés).

La razón, sencilla: los individuos más capaces (y educados) comienzan a beneficiarse de las nuevas oportunidades y ello les permite generar un ingreso respecto de los menos competitivos. Pero ojo, aquí empieza el mar de confusiones de los pobretólogos (en su mayoría sociólogos aprendices de economista ó economistas con inclinación ideológica marxista).

Para el padre del “socialismo científico,” Carlos Marx, el capitalismo es el sistema económico más poderoso para generar riqueza, pero que de acuerdo al propio Marx, en este proceso de creación de riqueza, el defecto del sistema capitalista es la desigualdad que trae aparejada, producto de la lucha de clases (los ricos-dueños de los medios de producción- se apropian de una parte de la riqueza generada por los trabajadores- plusvalía) y en donde supuestamente la tendencia es que halla más trabajadores paupérrimos y ricos “gandallas” más ricos.

La evidencia de las profecías económicas marxistas se topó con la realidad. Marx y sus seguidores hicieron caso omiso (a al menos despreciaron) al papel que la tecnología jugaría para hacer más eficiente tanto al factor trabajo como al factor capital. Al final de cuentas, luego de un siglo de la teoría marxista, los países capitalistas registraban tasas de ingreso mucho mayor que la de los países socialistas en donde supuestamente, al eliminar la propiedad privada de los medios de producción, se acabaría la explotación capitalista y los trabajadores (“el hombre nuevo y libre”) gozarían de un bienestar sin precedente en la humanidad.

El tiempo derribó y desprestigió al marxismo, con excepción de la universidades latinoamericanas, en donde en su enorme mayoría sigue prevaleciendo el sofisma marxista, a veces con el disfraz de “ecologismo radical” ó de la llamada “teología de la liberación.”

Al día de hoy, la mayoría de los pobretólogos, si bien no marxistas puros, comulgan con la idea de que si bien es incorrecto desparecer la propiedad privada sobre los medios de producción, es necesario establecer un agresivo control sobre la redistribución del ingreso, y ello parte de despojar de riqueza a los que más ganan para supuestamente beneficiar a los que menos.

Este tipo de políticas que supuestamente reducen la desigualdad, llevaron a la creación durante varias décadas (hasta principios de los ochentas) del llamado estado de bienestar, un estado enfermizo, en donde el crecimiento económico era mínimo (ó hasta negativo), los impuestos muy altos y prevalecía un estancamiento agudo en el crecimiento del ingreso percápita. Los afectados en su mayoría, países desarrollados occidentales.

Los países desarrollados que abandonaron este esquema estatista (EU e Inglaterra, principalmente) regresaron a las altas tasas de crecimiento económico, a bajas tasas impositivas, al crecimiento en el ingreso percápita (dejando muy atrás a los países sometidos al estado de bienestar) y ojo, a registrar tasas de menor pobreza.

En América Latina predominó la política económica populista, esa de gobierno omnipresente en la mayoría de los sectores económicos, gobiernos gastalones y gastalones que sólo engendraron una monumental deuda, galopantes inflaciones, un ejército de burócratas parásitos y lo peor, millones de pobres. Otra vez, la idea era la de redistribuir el ingreso.

En cambio Asia (los tigres asiáticos-Singapur, Hong Kong, Taiwán y Corea del Sur) fue la región que sin dejar de tener detalles estatistas, apostó por el desarrollo agresivo capitalista, ese que aparejado por el respeto estricto de los derechos privados de propiedad, genera riqueza para todos. En un inicio, la fuerte inversión extranjera privada que registraron los llamados tigres asiáticos, conllevó a mayor desigualdad (algo que los pobretólogos con sus mediciones imprecisas como el coeficiente de Gini no ven), que en realidad significaba personas con más riqueza, pero ojo, también pobres menos pobres. Con el tiempo, la educación competitiva de estos países disminuyó la desigualdad, pero no por la vía tradicional de altos impuestos y agresiones a los derechos privados de propiedad.

Esto último es lo que olvidan los pobretólogos. La igualdad económica absoluta es una completa aberración. Cuba es menos desigual que México, pero en lo general es un país más pobre. La desigualdad económica es la semilla de la innovación, esa que se da producto de la aportación al conocimiento del capital humano.

EU e Inglaterra, y en general en la mayoría de los países anglosajones, las tasas de desigualdad tienden a ser muy altas, pero también las de innovación tecnológica y que se refleja en el número de patentes obtenidas y el número de premios Nobel recibidos. Los que obtienen ingresos más altos son más ricos respecto de los más pobres, pero ello obedece en buena medida a la educación recibida, a ala aportación del capital humano al proceso productivo (hoy interrumpida parcialmente con la crisis mundial que originó el Banco Central estadounidense). Pero cuidado con juzgar esto como mal. Los pobres también son menos pobres, y nuevamente ojo, cuentan con acceso a bienes de consumo-que no registra el ingreso ordinario- como el internet, la posesión de una computadora, teléfono celular ó ipod, y por supuesto, a mejores niveles de salud que se traducen en esperanzas de vida más largas.

En una palabra, los ricos son más ricos, pero los pobres son menos pobres también. ¿Qué tiene de malo esto? Acabar con los ricos-o joderlos con más altos impuestos- sólo termina perjudicando a los más, más pobres, que con menores tasas de inversión tendrán menos posibilidades de encontrar un empleo que les permita allegarse del bienestar necesario para reducir la pobreza.

Si los gobiernos quieren contribuir a la reducción de la pobreza, la salida no es la redistribución del ingreso-despojar a los ricos para dizque darle a los pobres- sino crear una atmósfera de protección sólida de los derechos de propiedad acompañada de bajos impuestos que atraiga cuantiosas inversiones productivas que generen oportunidades y empleos para los más pobres. No debe olvidarse, la manera de acabar con la pobreza es el crecimiento económico-no la redistribución del ingreso-, y ello sólo se da en el marco de respeto de los derechos privados de propiedad. Ahí está China, que pese a ser una dictadura comunista-con signos de capitalismo crony- respeta los derechos de propiedad, y ello le permite atraer año con año inversiones millonarias que han contribuido a que en la última década cerca de 300 millones de chinos abandonen la pobreza. Los chinos se dieron cuenta de que el comunismo, ese que abolió la propiedad privada, simplemente no era la salida. La utopía socialista y el mundo real no se llevan.
Desear que un país tenga un mínimo de desigualdad (ó peor aún, desear tener un país con igualdad absoluta) es castigar la creación y la innovación. En el margen, los gobiernos pueden proveer educación básica competitiva y permitir la existencia de universidades (sin las mediocridades de la gratuidad y el pase automático) que compitan agresivamente por atraer a los mejores estudiantes, un esquema sin lugar a dudas en donde prevalece el mercado y no el estatismo universitario- como en México. Los tigres asiáticos son ejemplo de ello, al contar con un muy buen sistema educativo básico y un sistema universitario exigente, no gratuito-sólo se otorgan créditos a los que probadamente son pobres- en donde acceder a la universidad no es fácil y sólo está reservado para los mejores.

Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua-y los que se acumulen- son países que con su socialismo del siglo XXI, avanzarán hacia una mayor igualdad, pero, y esa es la trampa socialista, una igualdad en donde el bienestar de todos será peor (excepto por supuesto el de los altos y corruptos burócratas socialistas), una igualdad forzada en donde los mejores emigrarán, una igualdad en donde la libertad es suprimida, una igualdad en donde la innovación tecnológica prácticamente desaparece, una igualdad que, como dije al inicio, será la de los jodidos. Qué tristeza pero hacia allá va el socialismo bolivariano.

La salida es más desigualdad aparejada de mayores oportunidades para todos y menos igualdad forzada que mata la innovación y reduce el bienestar de todos por igual. Lo indeseable es mayor desigualdad causada por el privilegio que el gobierno otorga a unos cuantos como sucede en México. Ojalá lo entiendan los gobiernos latinoamericanos y en particular el de mi patria, el mexicano.

miércoles, 24 de junio de 2009

EL VOTO NULO

El voto nulo ¡va!
En unas cuantas semanas el movimiento ciudadano espontáneo por anular el voto, como una protesta contra la partidocracia, ha crecido como una avalancha.
Es importante recodar: NO se trata de abstenerse, de no ir a las casillas. De lo que se trata es de anular el voto, escribiendo en las boletas leyendas como: ¡Libertad de expresión en radio y TV!, ¡No más diputados plurinomionales!, ¡Reelección de diputados!, , ¡Sí a candidatos independientes!, ¡Ni un peso a los partidos políticos!, ¡Basta /10!, ¡Seguridad ahora!, ¡No más impuestos!
Otra cosa por recordar es que hay es llevar sus propios marcadores, plumines o etiquetas ya escritas, pues las crayolas de las casillas no sirven para el propósito
Tercer punto a considerar: el 5 de julio es apenas el inicio de un movimiento ciudadano que deberá crecer y crecer hasta derrocar a la partidocracia y establecer una democracia genuina.

REFORMA 20 Jun. 09
La ola
Jaime Sánchez Susarrey
Uno de los efectos del voto nulo podría ser el de una escoba que elimine parte de la pedacera política que no tiene alguna función positiva y sólo sirve a sus intereses
No, no es cierto. El voto nulo no es una "jalada". Tampoco es verdad que tendrá efectos nulos. Se trata, en primer lugar, de un derecho y de una obligación. El ciudadano que no se siente representado ni simpatiza con ningún partido debe anular su voto. Las variantes son muchas: tacharlo todo, votar por un candidato independiente, dejarlo en blanco o inscribir una leyenda (¡Basta/10!). Todas expresan el hartazgo ciudadano y son completamente legítimas.
El efecto del voto nulo será completa y absolutamente tangible. Por una parte funcionará como un voto escoba. Los partidos pequeños deben obtener un 2 por ciento -o más- de la votación para mantener su registro. Ese porcentaje se calculará sobre el total de los votos emitidos -incluidos todos y cada uno de los votos nulos- el próximo 5 de julio. Por eso la anulación del voto hará más difícil que la pedacera conserve su registro y más de alguno desaparecerá.
Según la encuesta de Reforma (17/06/09), en esa tesitura están el Partido del Trabajo (3 por ciento de intenciones de voto), Convergencia y Nueva Alianza (2 por ciento respectivamente) y el Partido Socialdemócrata (1 por ciento). Para evaluar el efecto de esta depuración hay que referirse a dos datos: el Partido Verde, el PT, Convergencia, Nueva Alianza y PSD absorben mil 309 millones de pesos de los 3 mil 633 millones que el IFE destina a los partidos. Y, además, ocupan 20 por ciento del tiempo oficial en los medios electrónicos.
Pero el efecto escoba del voto nulo va más allá del ahorro en los recursos públicos. La pedacera no tiene ninguna función positiva. Se trata, en todos los casos, de negocios corporativos (Nueva Alianza de Elba Esther Gordillo), familiares (el Partido Verde propiedad de los González Torres), caciquiles (Convergencia de Dante Delgado) o mafiosones (el PT de Alberto Anaya). Ninguno tiene un proyecto definido ni contribuye a la pluralidad democrática.
Por otra parte, el voto nulo tendrá un efecto sobre la partidocracia. En este caso, como se decía hace muchos años, el medio es el mensaje. La anulación del voto expresa, en sí, una crisis del sistema de representación. Pese a los ocho partidos existentes, hay millones de ciudadanos que se saben no representados y que están hartos de los abusos y la voracidad de todas las formaciones políticas, pero particularmente de las tres grandes. La clase política, o al menos los sectores más lúcidos, no podrá obviar ni subestimar ese malestar ciudadano.
La velocidad del contagio ha puesto ya la anulación del voto en el centro del debate político. Es importante, por lo mismo, medir las dimensiones del fenómeno. El padrón electoral está integrado por 78 millones de electores. Según la encuesta de Reforma ya citada, el 39 por ciento tiene la intención de votar el próximo 5 de julio, esto es, 30 millones 420 mil ciudadanos se presentarían en las urnas.
Y aquí viene lo verdaderamente importante: el 15 por ciento de esos votantes probables ha considerado anular su voto por no sentirse satisfecho con ninguno de los partidos políticos. Lo primero que salta a la vista es la dinámica del movimiento o, como ya dije, la velocidad del contagio. En mayo los anulacionistas sumaban un 10 por ciento. Nivel notablemente alto, porque nunca había habido un movimiento de esta naturaleza. Pero lo que tiene verdaderamente aterrada a la clase política es que en tres semanas se haya registrado un incremento del 50 por ciento.
¿De cuántos ciudadanos estamos hablando entonces? El 15 por ciento de los 30 millones que piensan acudir a las urnas equivale a 4 millones 563 mil electores. ¿Son muchos o son pocos? Si se les compara con los 25 millones 857 mil que votarían por algún partido no son demasiados. Pero semejante correlación deja de lado lo fundamental. Estos ciudadanos son jóvenes en su mayoría, están bien informados y han encontrado una vía para expresar su inconformidad.
El fenómeno no es menor ni tiene precedente. Hasta ahora internet ha sido el medio para tejer redes ciudadanas. De aquí al 5 de julio el movimiento podría expandirse aún más. La gran incógnita es si efectivamente estos ciudadanos saldrán a votar. Si lo hacen y la anulación del voto ronda el 15 por ciento, cimbrarán al sistema político. Será un pequeño tsunami. Ningún partido ni ningún político podrá cerrar los ojos ni los oídos. Por lo demás, es muy probable que la ola siga creciendo en los próximos días.
Por eso hay que repetir una y otra vez: es completa y absolutamente falso que el voto nulo tendrá efectos nulos. Quienes promueven esta idea están aterrados, quieren detener el movimiento, o se resisten a reconocer la realidad. La ola ya está aquí y va en aumento. El solo hecho de que el debate esté girando en torno de la anulación del voto constituye una victoria. Pero no es suficiente. El impacto dependerá de que el hartazgo ciudadano se manifieste y se concrete en las urnas. Por eso hay que acudir a las casillas y anular el voto.
La oportunidad es única. Sería imperdonable dejarla pasar. El voto nulo es el instrumento de un movimiento civil, pacífico y responsable. Está al alcance de todos y cada uno de los ciudadanos. No hay que desperdiciarlo. Hay que dar el primer paso este 5 de julio para marcar, luego, la agenda de la nueva reforma electoral.
El objetivo es claro: limpiar la casa, acotar a la partidocracia, abrirle cauces a la participación ciudadana y defender el derecho a la libertad de expresión e información. Parafraseando a José Martí deberíamos decir y escribir por todas partes: ésta es la hora de los ciudadanos y no habrá de verse más que luz.
(Visita la página www.basta10.com).

domingo, 19 de abril de 2009

EL NARCO, LA VIOLENCIA Y EL TRÁFICO DE ARMAS

Se fue de México el Presidente estadounidense Barack Obama (en su primera visita como Presidente) y al parecer problemas fundamentales como el narcotráfico y la violencia que trae aparejada seguirán latentes en los próximos años. Y es que no se entiende que esto no se arregla con promesas y “palmaditas” (ya que la palabreja se puso de moda, aprovecho y la utilizo).

La prohibición no sólo no ha logrado disminuir el consumo de drogas, sino que ha acelerado de manera violenta los asesinatos entre narcos y de policías tanto corruptos como honestos. Y lo peor, a veces han sido agredidos también víctimas inocentes.

Es muy común citar a la ciudad de Chicago en los años treintas del siglo pasado para demostrar que la legalización de la droga, si bien no terminó con el consumo de la misma, sí acabó con los crímenes violentos. La razón: al legalizarse el alcohol, se derrumbó su precio, pues además de aumentar los oferentes, bajó el enorme costo que era el riesgo de comerciar el mismo. Pero para demostrarlo no tenemos que irnos tantos años atrás.

Ya nadie recuerda a la Ciudad de Nueva York en los años ochentas. Además de tener el índice delictivo-en ese momento-más alto del mundo, estaba lleno de ejecuciones producto del narcotráfico (datos de la policía de esa Ciudad tenían estadísticas que demostraban que de los asesinatos cometidos, un 25% estaba relacionado con las drogas, especialmente entre jóvenes de la raza negra).

¿Cuál era la causa de que buena parte de los crímenes cometidos en Nueva York estuvieran relacionados con el tráfico de drogas? Como lo ha demostrado el economista de la Universidad de Chicago, Steven Levitt, lo que inicialmente desató la violencia por drogas en dicha ciudad fue el precio super atractivo de una droga llamada crack. Y cuando decimos super atractivo, nos referimos a que era muy rentable entrar al comercio de crack; valía la pena para muchos jóvenes negros sin educación correr el riesgo de ser arrestado y/o asesinado. Con mucho, las ganancias compensaban el riesgo de vender crack.

Aunque los que realmente se enriquecían eran los líderes distribuidores de crack, la alta rentabilidad daba un poderoso incentivo a los jóvenes comerciantes de crack de bajo perfil para incluso asesinar y llegar lo más rápido posible a la cima del negocio.

¿Cuándo declinaron de manera impresionante los crímenes por crack? El precio de la cocaína-bien sustituto del crack- llevaba años descendiendo y a medida que aumentaba la oferta de crack, el precio caía y las ganancias se desvanecían. Los traficantes de cocaína y crack emprendieron una verdadera guerra de precios, que llevó al derrumbe en las ganancias por la venta de crack. Muchos jóvenes que comerciaban crack vieron que no era ya atractivo “jugarse el pellejo”. No valía ya la pena matar a alguien para robarle su territorio de comercio de crack y menos aún morir por esa causa.

Ojo, aunque el crack no se legalizó, el derrumbe de precios desincentivó a proseguir matándose por un producto barato.

Durante varias administraciones priístas en México, el comercio de drogas fue ampliamente tolerado, por lo que los productores no corrían grandes riesgos y podían vender con facilidad drogas duras y blandas a consumidores en EU. Ello sin duda condujo a precios bajos para los consumidores. Asimismo, los crímenes violentos eran mucho menores y no acaparaban la atención de los medios de comunicación. Pero, ¿qué ocurrió en épocas de duros golpes de las autoridades al comercio ilegal de drogas? Economía elemental amigo lector; a menor oferta, mayores precios. Todo bien escaso trae aparejado el alza en su precio. Así que aún cuando caía alguno que otro importante capo, inmediatamente se llenaba su lugar. Asimismo, el alza en las ganancias incentivaba de manera poderosa a muchos jóvenes mexicanos sin educación-también a no pocos campesinos pobres-a dedicarse al comercio de drogas. De ahí que el problema no radica en la producción (ojalá lo entiendan algunos testarudos), sino en el consumo. Es el consumo la etapa final del proceso económico, y es a través de los precios que envía señales a los productores de que es atractivo seguir ofertando determinado bien, y la droga no es la excepción.

Por supuesto, los narcos también razonan como empresarios y cuando ven que se dispara demasiado el precio de una droga, segmentan mercados, es decir, no dejan de proveer de droga cara a por ejemplo, jóvenes de Beverly Hills, sino que innovan y crean drogas sintéticas baratas, pero incluso más peligrosas y letales que las no sintéticas.

En los dos primeros años de Calderón como Presidente, el decomiso de toneladas de droga ha nuevamente disparado los precios de drogas como la cocaína original, lo que prosigue incentivando a comerciar droga ilegal, y peor, a un alza en los índices de criminalidad.

Legalizar las drogas no traería como objetivo el reducir el consumo, sino en disminuir la violencia entre narcos y que a veces ya afecta a la población civil inocente, así como en bajar el alto riesgo para los consumidores de droga que sin regulación alguna, muchas veces no saben lo que se meten al organismo.

Al legalizar el mercado de drogas, inicialmente se atrae a mucho más productores, pero en el mediano plazo los precios se derrumban pues a mayor oferta-y menor riesgo de intercambiar- menores precios, lo que implica que muchos narcos tengan el incentivo a dedicarse a otra cosa. Ojo, por que algunos periodistas bisoños ven en esto un problema. ¿Qué pasa si los narcos al ver que ya no vale la pena arriesgarse en el mercado de drogas deciden dedicarse al secuestro, como de hecho ya ha pasado? Hay una enorme diferencia, pues en el comercio de drogas, los narcos “satisfacían” necesidades de consumidores enfermos. En el secuestro no, y con una policía eficiente (como en su momento lo fue la AFI), se puede bajar de manera importante el número de los mismos. Imagine el lector ¿qué no podría hacer el gobierno si en vez de dedicar 10 mil millones de dólares a la construcción de una refinería-que bien podría ser construida enteramente con dinero de inversionistas privados- lo asignara al fortalecimiento y profesionalización de las fuerzas policiales?

Ya antes lo hemos expresado en este espacio, para bajar el consumo de drogas la prohibición No es la solución. Tampoco la legalización. Para bajar el consumo de drogas lo fundamental es la educación, y ello antes que al gobierno compete a los padres de familia. Más haría el gobierno dedicando sus recursos millonarios-que año con año crecen-para combatir el narco, si los asignase a campañas masivas en los medios de comunicación que adviertan a de los peligros de consumir drogas. Habría más campañas (efectivas y de buen gusto y no como las que hoy predominan en radio y t.v de políticos haciendo proselitismo de sus populismos y que para ello a veces usan a actrices guapas), menos drogadictos (aunque ello pasa, insisto, por los padres), y sobre todo menos sangre derramada.

Legalizar no es libertinaje, legalizar es poner reglas claras a un mercado que hoy además de ser negro es sangriento. Legalizar es prohibir que niños consuman drogas. Legalizar es castigar ejemplarmente a quien no respete las reglas y envenene a niños y consumidores adultos (sí, es cierto, la adicción a las drogas es finalmente veneno con el tiempo, pero no se compara con el efecto de muerte instantánea que provocan algunas drogas sintéticas al mezclarse con el alcohol; una droga legal que no mate de manera instantánea, da oportunidad al consumidor enfermo de que se cure de su adicción).

Por cierto, vaya también las tonterías que han surgido para que el gobierno de Obama prohíba el comercio legal de armas. En Estados Unidos ya hay un floreciente mercado negro de armas. No por que el hecho de un arma haya entrado desde EU, implica que haya sido producida en ese país. En EU opera también la mafia rusa, y varios tipos de armas vienen de Rusia y son comercializadas ilegalmente y terminan en manos de narcos mexicanos. Cualquier economista competente debe saber que prohibir el intercambio de una mercancía-las armas-en un mercado negro floreciente, sólo le haría el juego a los fabricantes de armas, que ahora tendrían nuevos incentivos de oferta al ver crecer sus ganancias espectacularmente.

La primer ley (1993) que intentó en EU “poner orden,” al mercado de armas fue la Ley Brady, que consistía no en prohibir, sino en controlar su consumo mediante el estudio de antecedentes penales del consumidor, llenando un formulario y esperando un tiempo para recibir la aprobación de compra. Esta medida que le gustó mucho a los políticos estadounidenses, sirvió para un cacahuate. En un mercado negro floreciente, que ofrece armas baratas y fáciles de conseguir, no hay incentivos para los delincuentes a llenar un “trinche” formulario y esperar una semana para recibir el producto deseado.

Los ejemplos son múltiples amigo lector, las prohibiciones-ó regulaciones que entorpecen los intercambios- no funcionan. Las prohibiciones sólo hacen más poderosos a los productores que actúan en los mercados negros, y los narcos no son la excepción.

Veo que aún los estadounidenses-lo que incluye a su gobierno- no le entienden al tema, y probablemente pasarán otros años más para comenzar a tomar las medidas adecuadas. México no debería esperarse este tiempo. Mucho haría para desalentar-no acabar- el narco, si hace que suba el empleo y rentabilidad de otros mercados legales-y de menor riesgo- y ello pasa por mejorar el régimen de inversión (cambiar a los obsoletos artículos constitucionales 27 y 28 que estúpidamente inhiben la inversión privada en los sectores estratégicos, que precisamente por serlos no deberían estar en manos del gobierno sino de particulares) y aumentar con ello la libertad económica.

Más progreso lograríamos los mexicanos con mayor libertad económica que insistir tercamente en la prohibición de drogas y armas. Más progreso con mayor libertad económica y lo mejor, menos derramamiento de sangre.


LA ECONOMÍA FICCIÓN



La borrachera monetaria de EU, definitivo, la terminarán pagando tanto los estadounidenses como el resto del mundo. Ello se traducirá en mayores impuestos, mayor inflación y menor crecimiento económico. Es el costo de la economía mentirosa, la economía ficción.

Ahí están las conclusiones de la reunión del Grupo de las 20 economías más grandes del planeta (G-20). Mucho me temo, estas avanzan hacia un mayor estatismo, tal como lo desea el Presidente francés, el estatista Nicolás Sarcozy que exigió (junto con su colega la estatista Merkel) la abolición del llamado consenso de Washington. ¡Muera el neoliberalismo! Clamaron estos jefes de gobierno.

Vaya, como si ese consenso fuera realmente liberal y el causante de la crisis mundial.

Hay que recordar un poco de historia para realmente apreciar la estupidez de los que piensan que este debe ser el fin del “neoliberalismo.” Recordemos brevemente qué fue el patrón oro, para entender que lo que hoy proponen los líderes del G-20 es proseguir con una economía ficción.

El patrón oro que imperó desde finales del siglo XIX (entre 1880 y 1914), se distinguía por tres condiciones:

1) La oferta monetaria (los billetes y monedas que circulan de su bolsillo a otro, amigo lector) de cada nación estaba compuesta por oro ó papel moneda respaldado por el mismo metal.

2) Cada nación que se adhería al patrón oro, definía el precio del mismo en términos de su moneda nacional y estaba dispuesta a comprar y vender oro a ese precio.

3) Las naciones permitían la libre exportación e importación de oro. En estas circunstancias, la oferta monetaria de una nación estaba directamente atada a su balanza de pagos, que es la balanza que resume todas las transacciones que una nación hace con el resto del mundo en un año; ello incluye la abalanza comercial-exportación/importación de mercancías-, la de servicios-exportación/importación de servicios- y la de capitales-exportación/importación de activos.

La nación con un superávit en su balanza de pagos adquiría oro, lo que le permitía expandir directamente su oferta monetaria. Por el contrario, ante una balanza deficitaria, la nación vendía oro, lo que le permitía disminuir la oferta monetaria.

El patrón oro imponía disciplina monetaria a las naciones. Sólo podían “crear” papel fiduciario-eso son los billetes- si estaba respaldado por mayores transacciones, y en cambio, si disminuía el intercambio con el resto del mundo, la nación era menos rica y por tanto sería ficticio tener más papel moneda no respaldado por transacciones reales, por lo que se debía proceder a eliminar el circulante sobrante.

Ah, pero desgraciadamente, la política se impuso a la economía, y para los gobiernos era incómodo enfrentar a las variables económicas reales (si había menos ahorro, ello se debería traducir en menores inversiones y viceversa) pues ello implicaba pérdida de votos, pérdida de poder. Así, los políticos lejos de crear atmósferas institucionales que incentivaran la creación de riqueza, y por tanto de ahorro y de inversión, se dedicaron a destruir el patrón oro y se apoderaron total y perversamente de la imprenta de hacer billetes.

El patrón oro, hoy menospreciado, tuvo importantes funciones en la historia, como la de servir de unidad de cuenta y de reserva de valor aún en los peores momentos de las naciones como guerras ó revoluciones.

Lamentablemente la crisis de 1929, satanizó y echó toda la culpa al patrón oro de la debacle económica (además claro de la satanización del libre mercado), cuando, como lo demostró Milton Friedman y Anna Schwartz, la culpable fue la Reserva Federal (el banco central gringo) con sus diversas pifias monetarias, como la de disminuir la oferta monetaria, en tiempos en que de acuerdo al patrón oro, debía haberse aumentado.

El volver al patrón oro, es cierto, requeriría de un nueva y compleja arquitectura financiera, lo que implica tiempo y esfuerzo que difícilmente los políticos querrían realizar.

En vez de hacer que las variables de la economía reflejen su valor real, los políticos se inclinan mejor por la economía ficción, sí, esa economía sustentada en variables cuyos valores numéricos-precios- son falsos. Así las cosas, los políticos nos engañan con tasas de interés artificialmente bajas, con cantidades enormes de dinero que no reflejan la riqueza real, y claro, con mucha y mucha verborrea.

La actual crisis que comenzó en EU fue provocada directamente por la FED-Reserva Federal- al mantener artificialmente muy bajas las tasas de interés y luego subirlas abruptamente (y esta historia se volverá a repetir con las actuales tasas de prácticamente cero que la FED ha actualmente fijado).

La actual crisis parece ver su terminación, pero ello será para evolucionar en inflaciones de dos dígitos, especialmente en EU.

La conclusión de la reunión del G-20, lejos de ser la solución a la crisis actual, sólo propone engordar aún más a esos elefantes blancos, como son la burocracia internacional que encarnan el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Eso sí, ya se decidió en el contexto de la economía ficción dotar de más y más dinero al sistema monetario internacional (se aprobó un billón de dólares que irán a parar a los elefantes blancos internacionales y de ahí supuestamente a las naciones).

Lo único que espero de estas medidas es un mayor dispendio fiscal y endeudamiento (eso es lo que históricamente ha ocasionado el FMI al incentivar el riesgo moral, el abandono de la responsabilidad financiera).

Eso sí, en materia de comercio internacional, puro bla-bla. En el discurso se habla de libre comercio, pero en la práctica el proteccionismo crece.

Y lo peor, se pretende crear todo un entramado burocrático en los sistemas financieros, desde prohibir los “paraísos fiscales” (quiero ver que harán aquí, ¿le declararán la guerra a Luxemburgo ó a las Islas Caimán? Vaya aberración. Ó si se imponen sanciones a los paraísos fiscales, vaya violación a la soberanía de cualquier nación a diseñar sistemas fiscales que atraigan inversiones) hasta crear nuevos elefantes blancos que dizque supervisarán los riegos sistémicos.

Francamente no esperaba el regreso al patrón oro, pero al menos conclusiones serias.

Conclusiones serias habrían sido la de acordar la eliminación-con calendario en mano-inmediata de los multimillonarios subsidios y aranceles agrícolas que EU y la Comunidad Europea otorgan a sus parasitarios agricultores. Otra conclusión seria, por supuesto, habría sido exigir el alto a EU de su producción monetaria sin respaldo alguno y ello pasaría por que EU revisase una de los mandatos de su banco central, el del crear dinero sin ton y son que periódicamente meten al mundo en recesión.

Por supuesto, una conclusión seria también habría sido el impedir que los gobiernos se vuelvan socios y rescaten vilmente con dinero ajeno-de los contribuyentes- a las empresas mediocres que quiebran.

Finalmente un llamado serio habría sido el de diseñar entornos institucionales que mejoren el régimen de inversión, tal como serían reformas laborales que flexibilicen la contratación y despido de los trabajadores (un entorno que proteja a las personas que pierden la chamba no a los empleos improductivos).

Pero no, y tal como siempre tememos los liberales, estas crisis terminan siempre por alentar el estatismo. La historia es la historia y desgraciadamente la economía ficción se impone. Tenemos mucha chamba los liberales para educar a la gente, a crear un escudo contra los políticos demagogos. En fin que ese es un consuelo personal.

Hay señales hacia la recuperación, pero el escenario futuro se asociará a más regulación burocrática, y lo peor, lo que afecta a los más pobres, el regreso de las inflaciones crónicas.






lunes, 2 de marzo de 2009

Algunas preocupaciones mon etarias y fiscales

Si alguien dudaba aún sobre la “latinoamericanización” de EU, sólo hay que ver las cifras presupuestales que envío el Presidente Obama al Congreso. Obama presentó su primer presupuesto, que prevé un déficit de 1.75 billones de dólares, así como un gasto de 3.55 billones para el ejercicio fiscal 2010.

Asimismo, el déficit fiscal se dispara a un nivel histórico y escalofriante, y se espera que se sitúe más en poco más del 12% del PIB.

Aunque Obama ha declarado su preocupación por corregir el gigantesco desequilibrio fiscal, francamente no veo cómo. Preocupante la actuación bananera del gobierno estadounidense. Por el momento una salida será que los chinos prosigan confiando en el dólar y así financiando el gigantesco boquete de las finanzas públicas del gobierno estadounidense. Pero no bastará, y para desgracia, es muy probable que el gobierno de Obama termine por anunciar alzas pronunciadas en impuestos. Una vez más se confirma, lo que gastan y gastan los gobiernos hoy, son deudas que mañana dolorosamente tendrán que pagar las siguientes generaciones. La resaca en su máxima intensidad.

En el caso monetario, cuidado, también veo focos rojos. Aunque el Presidente de la Reserva Federal (FED), Ben Bernanke, ha declarado que detendrá la expansión monetaria en el momento en que ésta sea inflacionaria, cuidado, por que veo a la autoridad monetaria estadounidense medio confiada. La “maquinita” de hacer billetes ya fue echada andar a lo “bestia.” Si el lector es especialista, puede checar el crecimiento exponencial que en los últimos años han tenido los agregados monetarios de EU. Una sugerencia es visitar la siguiente página de la FED http://www.newyorkfed.org/aboutthefed/fedpoint/fed49.html

Al día de hoy están rotos los llamados mecanismos de transmisión de la política monetaria. Es decir, la autoridad monetaria emite y emite dinero y éste no parece afectar, de momento, a la demanda agregada. Así, los nuevos dólares que la FED ha lanzado sin ton y son al mercado, simplemente no son gastados por los consumidores ni utilizados por los bancos comerciales para otorgar más créditos. Obvio, la desconfianza y el endeudamiento reina en la economía estadounidense y la FED no puede hacer nada.

Ahora bien, esto es temporal, y hay evidencia empírica contundente sobre los efectos retardados de la política monetaria sobre el accionar de los agentes económicos. Si en determinado momento pasa lo peor, se conoce con exactitud la pérdida que han dejado los “activos tóxicos,” la respuesta en demanda agregada a mediano plazo podría ser violenta, y nuevamente, obligar a la FED a subir sus tasas. Este sería un escenario de hiper inflación con estancamiento económico. Yo como economista estoy fascinado por atestiguar-y comprobar las tesis en las que creo- en vida cómo no es el crecimiento de dinero, la inyección monetaria, lo que causa el crecimiento económico. Pero como ser humano, mi sentir es de preocupación, por ver tantas pérdidas y desgracias financieras de millones de personas.

Ojalá que en esta crisis se entierren las viejas teorías que ven al dinero cómo un factor de crecimiento.

Ojalá que de una vez por todas se entienda que el dinero en Estados Unidos-y cualquier otro país- es únicamente deuda. Los depósitos a la vista son la deuda de los bancos comerciales y las instituciones de ahorro. La divisa es la deuda de la Reserva Federal. Ninguno de estos elementos tiene un valor intrínseco y tampoco es “respaldado” por una mercancía como el oro. Lo que realmente da al dinero su valor es la combinación de diversos factores. Siempre que los miembros de una sociedad acepten el dinero como instrumento de cambio, éste tiene valor. Los ciudadanos aceptarán el dinero a cambio de bienes y recursos mientras sepan que a su vez pueden utilizarlo para comprar otros bienes y recursos. El factor determinante del valor del dinero es la oferta y la demanda del mismo. Dada la demanda de dinero, la oferta determinará el valor o el poder adquisitivo del mismo. Mediante el control de la cantidad de dinero de los depósitos que pueden crear los bancos comerciales y las instituciones de ahorro, el Sistema de la Reserva Federal puede influir en la cantidad de dinero en circulación y por lo tanto, en su valor.

Si la FED no cumple con su papel de procurar liquidez con estabilidad, entonces su papel se pervierte y se vuelve un “destructor” del valor del dólar. De hecho, quienes pensamos que los bancos centrales deben eliminarse, lo hacemos por la evidencia histórica de que desde que existen los bancos centrales-como la FED- las monedas únicamente se han depreciado por las actuaciones erradas en política monetaria. Éste también es el caso de México.

Más vale que las autoridades estadounidenses no le falten el respeto a los acreedores de EU, que confían aún en el billete verde. Por el bien del mundo más vale que así sea.

La tenencia

Con completa y agradable sorpresa recibí la noticia sobre la propuesta de eliminación de un impuesto infame, inmoral e ilegal que es el de la tenencia vehicular. Ojalá luego no se me rajen en el Congreso sobre esta medida que todos los usuarios mexicanos de autos deseamos. ¿Quiénes se opondrán ferozmente? Tal como lo expresé la semana pasada, los gobiernos populistas como el de Marcelo Ebrard. Ahí está ya chillando. Ya veremos cuantos más se le unan a su miserable causa.

miércoles, 28 de enero de 2009

Japón, una lección para Obama

Durante varias décadas, posteriores a la segunda guerra mundial, Japón creció espectacularmente a tasas promedio del 10%, lo que llevó a este país, ya a finales de la década de los sesentas, a ser considerado una nación desarrollada. ¿Cuál fue la clave del éxito de Japón? No hay misterio, la razón fue el reconocimiento de la propiedad privada, amplias inversiones y una política agresiva en materia de formación de capital humano.

¿Cuál fue entonces la causa del inicio de la terminación del boom japonés? Muchos analistas y académicos aún creen que como se trata de una nación que alcanzó el desarrollo económico, entonces el mayor stock de capital empieza a presentar rendimientos decrecientes, lo que le pega al crecimiento económico. Si revisamos la historia reciente de Japón, veremos que esto no es cierto.

La historia del capitalismo japonés debería ser seguida muy cercanamente por el Presidente Obama, para entender que la principal causa del fracaso económico-o en su caso las bajas tasas de crecimiento económico- son resultado de la interferencia estatal, que vía subsidios y gasto público deficitario intenta “planificar” el desarrollo económico.

La realidad es que aunque en Japón prevalece la propiedad privada, el sistema de precios jamás ha funcionado adecuadamente, pues ha sido interferido durante muchos años por el gobierno.

El primer precio intervenido fue el de las tasas de interés, que durante los años ochentas del siglo XX, y vía políticas monetarias expansivas (como las de EU a inicios de este siglo), crearon un ambiente de crecimiento artificial, no basado en los consumidores, sino en las inyecciones crecientes de dinero del banco central para “estimular” la demanda agregada (ah, como me recuerda esta frase a Calderón). La borrachera económica acabó a finales de los ochentas y los años noventas del siglo pasado significaron una espantosa resaca que implicó estancamiento económico profundo para Japón.

Los consumidores japoneses siempre han jugado un papel marginal en la asignación de recursos. En Japón el libre sistema de precios nunca ha sido relevante en la asignación de recursos entre consumo e inversión. La economía japonesa fue la última en desafiar las leyes del mercado y creer en la planificación, para lo que contaban con muchos más planificadores que los países socialistas. Pero el resultado estaba decidido de antemano. Sin un sistema de precios, incluido por supuesto el precio del dinero y del yen, no se puede saber qué ahorrar, qué invertir y cuándo hacerlo.

Durante diez años el gobierno japonés se ha negado a aceptar que su problema es el agotamiento de un sistema planificado y la ausencia de un sistema de precios libres y ha pretendido resolver la depresión con bajos tipos de interés y gasto público. En Japón el sistema empresarial-conglomerados poderosos- siempre han estado de la mano del gobierno, que vía su ministerio de economía, deciden la asignación de recursos. A esto hay que sumarle la corrupción descubierta hace unos años entre funcionarios del gobierno y banqueros para hacerse “autopréstamos,” lo que implicó que el sistema financiero japonés se cimbrara y le pegara a ahorradores y al crecimiento económico.

El resultado ha sido una catástrofe, porque a la crisis inicial hay que sumar la fiscal. De tener unas finanzas públicas ejemplares, la deuda pública japonesa ha pasado a representar el 130% del PIB, sin que nada permita suponer que el estado de las finanzas públicas vaya a mejorar.

La razón de por qué el gasto público japonés (con déficits públicos en torno al 8% del PIB anuales) no ha funcionado es la respuesta de las familias y consumidores, que no se creen la política económica del gobierno, que saben que el conglomerado gobierno-grupos empresariales-bancos-empresas industriales y de servicios sigue vivo y distorsiona la toma de decisiones y que, por tanto, la crisis financiera es inevitable. Ello se traduce en empresas privadas que no invierten y, sobre todo, en consumidores desconfiados que no quieren gastar.

El nuevo Presidente estadounidense-por lo menos en el discurso- planea sacar del hoyo a la economía de EU vía el gasto público. Planea “crear” tres millones de empleos vía mayor endeudamiento. ¿El cómplice? La reserva Federal (FED). Con el keynesianismo de Bernanke, la FED no dudará en seguir emitiendo dólares, sin respaldo alguno, para proseguir comprando bonos del Tesoro. Ello es mejor camino hacia la hiperinflación y derrumbe del dólar.

La lección de Japón indica que ante finanzas públicas deficitarias y un endeudamiento alto acompañado de política monetaria acomodaticia (probablemente con la crisis, y de persistir el plan de Obama de mayor gasto público, la deuda estadounidense podría acercarse peligrosamente al 100% del PIB), no funciona como estrategia para la recuperación de las economías.

Al principio de la década de los setenta, ni los gobernantes ni la mayoría de los economistas preveían la gravedad de la crisis económica de EU; tampoco se podía conocer con certeza que la crisis se manifestaría de manera diferente a las del pasado. La excepción fue Milton Friedman con su famoso discurso en la Asociación de Economistas de Estados Unidos en diciembre de 1967, en donde predijo que si se continuaba usando la política monetaria para promover el pleno empleo, el resultado sería una inflación más alta, y no descendería la tasa de desempleo, es decir, al final se tendría más inflación y desempleo (estanflación). El tiempo le dio la razón a Friedman, y la consecuencia fue la terrible estanflación de la era Carter.

Al igual que Freidman, quien esto escribe no es mago ni brujo, simplemente un seguidor y aprendiz de historia económica. Si Obama y sus asesores económicos ignoran la historia, entonces seguro se repetirán los mismos errores de Carter (aunque yo me temo que podría ser más grave, pero es mi apreciación personal). Aquí lo terrible es que para el mundo esto también se traduce en pobre crecimiento económico, lo que puede llevar al regreso y/o consolidación de los mesianismos como el de Chávez, Castro y Morales.

En esta crisis la estrategia ha sido seguir la receta de economistas keynesianos como Krugman y Stiglitz. La historia demuestra que estas no funcionan. Sin embargo, a los gobiernos-entre ellos el de Calderón- les fascina creer que pueden nadar contra el mercado. Craso e ingenuo error.

Japón y la era Carter son evidencia que Obama no debe desdeñar. La estrategia correcta debe ser menos Gobierno, más ahorro y más producción que son las recetas correctas para salir de la crisis. Sin embargo, los planes de Obama van en la dirección contraria: más gasto público y endeudamiento, cuando la economía estadounidense sufre un exceso de ambos.

Si Obama perisite en su plan, entonces el extraordinario hecho de ser el primer presidente estadounidense negro, será lo que menos recuerde-y quiera recordar- EU y el mundo.

martes, 6 de enero de 2009

La expoliación monetaria

Un banco central tiene dos caminos para estimular la demanda agregada (la demanda de todos los agentes económicos a un nivel determinado de precios).

Uno de ellos es mediante la inyección de liquidez (compra de bonos); también puede hacerlo vía aumentos en el crédito interno neto a los bancos comerciales y al gobierno; y finalmente, puede comprar acciones de bancos en problemas, lo que también alimenta la liquidez. La segunda forma es alterar la llamada preferencia de la liquidez del público y ello es posible mediante rebajas en la tasa de referencia (no confundirla con la tasa de mercado que cobran los bancos comerciales; esta es un instrumento de política monetaria que en teoría varía en función del ciclo económico).

La Reserva Federal, el banco central norteamericano (la FED), ha intervenido en esta crisis financiera en el mercado de dinero haciendo una combinación de las formas arriba señaladas. A veces ha inyectado dinero directamente (vía operaciones de mercado abierto), a veces ha comprado acciones como lo hizo con City Group, a veces ha abierto líneas de crédito al gobierno (le compra bonos del tesoro) ó apoya financieramente a entidades patrocinadas por el mismo como las sociedades hipotecarias Freddie Mac y Fanny Mae, y por último, en los últimos meses ha instrumentado una política agresiva de rebaja en la tasa de referencia (el precio del crédito que la FED le cobra a los bancos comerciales para dotarlos de liquidez y con ello puedan realizar sus operaciones con normalidad)

Cuando un banco central abusa, e inunda de moneda a una economía, el resultado es inflación (lo que expolia a los consumidores), la cual se explica por aumentos constantes en la demanda agregada ocasionados por el exceso de liquidez. Aquí la evidencia es contundente. Me sorprende que aún haya algunos economistas que duden de esta causalidad. Me sorprende que haya economistas que nieguen la expoliación monetaria que los bancos centrales hacen sobre los consumidores.

¿Por qué Bernanke ha abusado de la política monetaria expansiva y aparentemente no hay secuelas inflacionarias? Sencillo, estamos hablando estrictamente de efectos de corto plazo. La caída en el precio del petróleo y de los de los granos, así como el endeudamiento y la desconfianza del consumidor norteamericano promedio, ha contenido a la demanda agregada. Pero cuidado, esto es sólo temporal.

Algunos economistas deben actualizarse (ó al menos desempolvar sus libros de teoría monetaria) y no olvidar que los mecanismos de transmisión de la política monetaria (los efectos de la misma sobre la demanda agregada), además de ser complejos, llevan varios meses antes de que comiencen a sentirse. Por tanto, la aparente “deflación” en la economía norteamericana es no sólo pequeña, sino sobretodo pasajera y se invertirá a mediados del año que viene, pues la gente tendrá más medios de pago en sus manos (en un contexto en donde el PIB está cayendo), lo que hace imposible la existencia de una verdadera y peligrosa deflación como sucedió en los años veinte del siglo pasado.

Los economistas como Bernanke, y los neokeynesianos que le acompañan, son soberbios y creen que un burócrata iluminado puede mover al antojo las verdaderas preferencias de la liquides del público, creen que pueden artificialmente fijar el nivel real de las tasas de interés. Les falta estudiar un poco más de economía política e historia económica y dejar de abusar de la teoría económica de librito de texto, en donde es bien fácil manipular las tasas de interés tanto en el mercado de dinero como el de bienes. Tristemente, en la mayoría de las aulas de los estudiantes de economía, se sigue enseñando el esquema IS-LM. Bernanke, Krugman, Stiglitz y compañía, han sido víctimas de este engaño macroeconómico. Muy bien les haría repasar a los clásicos de la ciencia económica, y por supuesto, a la escuela austriaca de economía.

Deberían de leer (ó releer en su caso) a gigantes de la economía de la talla de David Hume. De acuerdo a Hume, las variaciones de la oferta monetaria afectan a las variables nominales, pero no a las reales. Pongámoslo en términos sencillos. Cuando el banco central duplica la oferta monetaria, el nivel de precios se duplica, incluyendo al precio del factor trabajo, el salario. Pero estamos hablando en términos nominales. La cruda realidad es que variables reales como la producción, el empleo, los salarios (que para los trabajadores lo importante es suba el poder adquisitivo, y ello sólo es posible si sube el salario real y no el nominal que no descuenta la inflación existente) y los tipos de interés reales No varían. A largo plazo el dinero es neutral, es decir, no ejerce efecto alguno sobre variables reales. Esto es lo que le cuesta trabajo aceptar a los neokeynesianos que se dejan llevar por la econometría cortoplacista en donde el dinero aparece como no neutral (los cambios monetarios sí tendrían efecto sobre las variables reales).

La mejor política monetaria es aquella en donde la liquidez aumenta conforme aumentan las transacciones de los agentes económicos. Así las cosas, la política monetaria no debe tener como función el sacar del hoyo a las economías como lo pretende Bernanke, sino preservar el valor del poder adquisitivo de la moneda que propicie un ambiente estable en los negocios para que la economía pueda crecer.

Lamentablemente el mandato constitucional de la FED de preservar el poder adquisitivo, se acompaña de otro perverso, fruto del desastre de 1929, que es el de mantener a toda costa el crecimiento económico. Así, el ciclo económico se ha peligrosamente empatado con el contexto político-electorero, en donde la expansión del crédito de la FED en más de una ocasión ha respondido a las presiones de los políticos de mantener inundada de dinero a la economía para que la gente no se de cuenta de las pifias burocráticas. Al final sucede, la gente puede hasta perder la chamba, pero es más fácil culpar de esto al “capitalismo salvaje,” a “la globalización,” al “calentamiento global” ó a las “ambiciones despiadadas de las trasnacionales.” Para la gente puede más el análisis ramplón que el riguroso. De eso sacan jugo los políticos y uno de sus instrumentos favoritos son los bancos centrales.

No se entiende, el crecimiento es producto de que las empresas generan riqueza en un contexto de estabilidad de precios. El problema es por el lado de la oferta agregada, no por el de la demanda. Querer tercamente que la política monetaria estimule el crecimiento económico es sólo una vil mentira, una manera de drogar monetariamente a la economía. Al final los ciudadanos pagan la resaca.

Bernanke ha expresado que ahora es el turno de la política fiscal. No sé, con un déficit fiscal que al cierre de este año se estima cerrará en cerca de 10%, ¿De donde sacarán recursos? ¿Más impuestos? Pueden hacerlo expoliando a los consumidores propios y del resto del mundo, pero es muy arriesgado, pues la confianza en el dólar en medio de una estanflación sí podría verse mermada. Por lo pronto, Obama, ya anuncio que gastará cerca de un billón de dólares para “estimular” a la economía. Si ese es el camino, regresaremos a los años de Carter, en donde inflación, desempleo y nulo crecimiento económico estaban a la orden del día. La única esperanza que albergo es sobre algunos de los asesores de Obama.

Ya veremos el próximo año. Por lo pronto el horizonte se ve negro. Aún así, felices fiestas navideñas amigo lector.